sábado, 29 de noviembre de 2008

Rembrandt en el Prado:


Cinco notas sobre esta exposición




1- La calidad de sus obras es variable. Si bien no se puede considerar a R. como un artista desigual, si podemos decir que su talento no se refleja con la uniformidad deseada, como se pone de manifiesto en esta exposición, en la que podemos ver obras maravillosas junto a otras verdaderamente malas, mecánicas, carentes de madurez, frustrados intentos de transitar por caminos que no son el suyo, a veces incluso, faltos de inspiración. Esto produce una sensación ambigua, los cuadros buenos parece que tiran para arriba de los malos y a la inversa, lo que provoca una equiparación de la calidad, por parte del espectador, poco beneficiosa para apreciar la pintura. Puede que en el caso de otros artistas lo que aquí es malo, no lo seria tanto –personalmente no lo creo, lo malo es malo y punto–, y en consecuencia, muchos de los cuadros que aquí serian denostados podrían alabarse, pero para este pintor vale la pena elevar el nivel de exigencia a cotas altísimas y no distraernos y perder así, el poco tiempo que le vamos a dedicar, en lo secundario. Quédense con la media docena más o menos de obras magistrales que aquí se pueden contemplar y repasen el resto como apoyo para entender y disfrutar las verdaderamente importantes, esa sería, a mi juicio, la mejor forma de acercarse a esta exposición.



2- Rembrandt es un pintor de personas, seres humanos en cuanto tales, por eso me parece especialmente desafortunado el subtítulo de la exposición: “Pintor de historias” ya que, en todo caso, debería llamarse “Pintor de situaciones” dado que lo que él configura son seres humanos en circunstancias concretas, y son esos hombres, y no las historias, los que tienen significado. Así, aunque la exposición quiera reflejar más su pintura narrativa, esta siempre esta al servicio de las personas que en ella se desenvuelven. Otro error que, en mi opinión, aparece constantemente en las explicaciones de la muestra es el énfasis que se pone en R. como “pintor de emociones”. El concepto de emoción se circunscribe a un estado interno del hombre, pasajero, suscitado por una situación concreta y que, eventualmente, tiene una manifestación corporal. En este sentido, si bien es cierto que utiliza las emociones en su manifestación externa para comunicar –como no podía ser menos–, su objetivo no es la emoción en sí misma, sino utilizar esa expresión como un medio para transmitirnos ideas mucho más básicas sobre el hombre. El humanismo de R. es un humanismo hondo, que se intenta plasmar en preguntas sin respuesta, según decía Laín Entralgo: las certidumbres siempre serán lo penúltimo para el hombre (no lo entrecomillo porque lo cito de memoria, así que puede ser que no tenga casi nada que ver con el texto original), por lo tanto es del paso del tiempo, de la muerte y por supuesto de Dios de lo que nos habla.
El hombre de R. siguiendo a Simmel, ha incorporado a la vida la muerte, es así como vive plenamente, siendo consciente de la muerte como elemento esencial de la vida. De esta forma se separa de las interpretaciones habituales de la muerte en el arte occidental en donde se entiende: o bien como algo opuesto a la vida y por tanto es necesario abolirla del discurso personal, o bien como destino funesto e irremediable, siempre latente en la existencia y cuya manifestación va desde el pensamiento fatal que marca trágicamente la vida, hasta la satirización de esta en las danzas de la muerte etc. Para R. la muerte forma parte de la vida, quizá no entiende esta tan restringida a la existencia como la entendemos nosotros, o quizá es la propia existencia, que se nutre de elementos trascendentes, lo que la hace menos limitada. Es esta vida la que intenta representar, la vida de hombres concretos con todo su pasado, y aun su futuro, en ese instante , por tanto, es casi lo opuesto a una emoción, es lo permanente de la vida individual.
Aquí hay muy poco de conceptos abstractos y en esto radica su excepcionalidad, sus personas no son arquetipos, son individuos concretos, vulgares y son ellos los que nos transmiten esa visión integradora, es este contraste extremo entre lo particular y lo trascendental de su lectura vital, lo que le permite transitar, y a nosotros también como espectadores, con envidiable soltura en “lo incierto” del que nos hablaba Laín.



3- Realizo mas de cien autorretratos, unos ochenta lienzos y una veintena de grabados. No conozco bien otras estadísticas, pero dudo que ni de lejos haya otro pintor con semejantes cifras. Esto que puede resultar simplemente un dato curioso, revela algo muy importante de su obra, sobre todo si se interpreta en el contexto de su biografía personal, que es fundamental para entender su pintura. Nunca se ha plasmado la vida de un artista tan magistralmente como la que esta descrita por R. en su obra y, de manera muy especial, en sus autorretratos.
Haciendo un rápido repaso a los hechos más representativos de su vida habría que destacar que este paletillo con cierto talento artístico y parece que también con algunas inquietudes intelectuales, se casa con una mujer de posición bastante acomodada, empieza a tener éxito, quiere ser rico y famoso y todo se va cumpliendo según sus deseos hasta que muere su mujer, de la que parece estaba bastante enamorado, a partir de aquí aparecen los problemas sentimentales con ciertos periodos de estabilidad, algunos importantes ya que con el tiempo se volvió a casar muy enamorado, los problemas económicos, estos sin periodos de estabilidad, y los problemas con la justicia, que desembocan en su desahucio total, van transformando al petulante trepilla en una persona cada vez mas alejada de lo mundano. Este proceso creo que esta maravillosamente reflejado en su pintura y particularmente, y de una manera a mi juicio intencionada, en sus autorretratos. En consecuencia, el recurso del comisario de la exposición de poner un autorretrato al inicio y al final de la muestra me parece un acierto, no así los comentarios sobre este ultimo cuadro que lo mejor que se puede hacer es prescindir de ellos, ya que están encerrados en lo anecdótico y no en lo que verdaderamente refleja el cuadro que es lo más simple: Él, un viejo ya despojado de todo, inclinado y sonriendo al espectador -casi nada-, y es esta sencillez extrema de la representación y del representado, plasmado mediante una inquietante técnica, lo que nos puede dar las claves del significado de la obra, por no decir del de toda la exposición.



4- Rembrandt tiene unas profundas creencias religiosas y estas están perfectamente incorporadas a su pintura. Aquí me voy a meter en un campo con muchísimas zarzas y quizá lo que diga sea un autentico disparate pero, siendo consciente del riesgo, creo que esto puede ilustrar su pintura y, por tanto, para quien haya llegado en su lectura hasta aquí, quizá que le interese esta interpretación: Aunque como ya he dicho antes al hablar de los autorretratos, sus circunstancias vitales le hacen poco a poco apartarse de todo lo superfluo del mundo, manifestandolo en su obra, con una evolución hacia propuestas de cada vez más largo recorrido y mediante un alejamiento progresivo de lo inmanente -alcanzando en algunos de los últimos retratos y autorretratos cotas insuperables en la historia del arte-, creo que desde sus primeras pinturas está presente un profundo sentimiento religioso muy particular - desde muy joven se preocupa por las representaciones de importantes e intencionadamente escojidos temas biblicos, y por plasmar en la pintura toda la dignidad y grandeza de sus modelos, ancianos y mendigos que viven en la calle - es como si durante toda su vida hubiese permanecido enraizada esta penetrante visión del Cristianismo y sólo en el plano ascético se observara una progresiva depuración. Aquí me quedo, no me atrevo a más, pero este pequeño apunte puede, espero, ayudar a apreciar mejor alguna de las ideas que R. quería transmitir.



5- La luz es el tema en muchas de sus pinturas, aunque sé que esto está ya estudiadísimo y que cualquier libro medianamente bueno lo expone bastante mejor, me gustaría ahondar en esta idea para radicalizarla un poco más: R. aprende a pintar en el país burgués y comercial por antonomasia, y los pintores responden, como casi siempre, a las demandas de los clientes que acumulan en sus casas todo tipo de objetos más o menos valiosos que, por supuesto, desean aparezcan en los cuadros, esto originó en los pintores un tremendo refinamiento a la hora de representar los distintos materiales y, en consecuencia, el estudio de cómo la luz los podía resaltar. Por otro lado, Caravaggio ya estaba haciendo cosas extrañísimas con las sombras que fascinaron a un grupo de pintores holandeses, quienes lo incorporaron a su pintura con poca fortuna, aunque puede que la idea le llegara a R. con relativa pureza. Él hace propias estas dos corrientes desde el inicio de su pintura, pero lo que le hace excepcional es que no fue simplemente asumir los postulados imperantes en el momento, sino que estos fueron el instrumento ideal para poder materializar sus ideas –siempre se ha dicho que las ideas y los instrumentos se transforman mutuamente-, pues bien aquí es posible que ambas se hallan adaptado desde el principio sin apenas transformación, con una facilidad asombrosa, debido a la terrible consonancia que muestran ya antes de interactuar. Como he dicho al principio de este punto R. hace de la luz protagonista significativa, la utiliza a la vez como lenguaje y como significado, aquí si que el “medio es el mensaje” (siento tener que utilizar una de las citas más pedantes de nuestra cultura, pero es que viene al pelo). La luz funciona como el elemento que muestra, que vincula, y a la vez, como significado oculto de toda la obra, Ella es la que desvela lo que quiere, la que oculta, muchas veces no se sabe de donde viene ni hacia donde ilumina, pero es la que genera el significado, la que aparece de la forma mas misteriosa dando una apariencia irreal o de una manera absolutamente natural, la luz provoca al espectador, le impele a transitar por los cauces que ella misma genera, sin que este sea plenamente consciente, y es en muchos casos el significado ultimo al cual la forma se pliega.
Espero que estas ideas aunque parciales, dispersas y poco exhaustivas, den pie a reflexiones estas si certeras, delante de los cuadros, esta es por lo menos la intención de estas notas, confió en que así sea.

2 comentarios:

Adrian dijo...

Estupenda información. muy util

Álvaro Galmés dijo...

¿Para cuando nuevas exposiciones?